martes, 2 de febrero de 2010

Un nuevo modelo educativo centrado en la persona.

Las escuelas tienen la tarea o la responsabilidad social de cumplir con la función de transmisión de la gran herencia cultural. La escuela básica es la encargada por definición y por reglamentaciones constitucionales de la socialización de los niños y jóvenes, pues es el segundo grupo social después de la familia al que los niños ingresan formalmente y durante años se encarga de transmitir el legado cultural, la cosmovisión y los valores de la sociedad, pero, para que ésta avance se requiere de cierta disidencia, una forma de pensamiento que se aleje de lo convencional y se apropie de nuevas formas de ser y de hacer. Las universidades son el mejor recinto para que esto suceda (Katz y Kahn, 1985); Durkheim, 1974).

Es por esto que las mentes disidentes, que revolucionan las ideas, alejados de lo convencional y apoyados en paradigmas teóricos del aprendizaje y estos a su vez sustentados en tradiciones epistemológicas, han logrado concebir un nuevo modelo educativo centrado en la persona, cuyo epicentro es el estudiante, un modelo que se aleja del proceso de enseñanza y se acerca al proceso de aprendizaje de tal modo que se reviste de singular importancia, puesto que, coloca al estudiante como el foco de un modelo concéntrico y de los cuales se espera que se asuman como actores y sujetos principales de la acción educativa, adopten un rol más activo, estén dispuestos a emprender acciones de forma más independiente, se arriesguen a ejercer control sobre lo que aprenden y se vuelvan más conscientes sobre su forma de aprender, ya que finalmente el aprendizaje es un hecho individual que se facilita en compañía de otros, sus compañeros estudiantes y por supuesto el profesor, quien se coloca a sí mismo como un recurso para el aprendizaje y trasciende la función informativa tradicionalista por una función de facilitación o mediación entre el estudiante, el contenido disciplinar y la formación de la persona en un sentido holístico.

No obstante las habilidades básicas, como la capacidad de resolver problemas o la capacidad de síntesis y la aplicación del pensamiento crítico, deben ser fomentadas junto con el conocimiento específico de la ciencia o disciplina que se estudie. El modelo centrado en el estudiante busca entonces, que se aprendan los fundamentos teóricos, que comprendan y puedan expresarse acerca de los últimos adelantos de una disciplina en particular y reconozcan su estado del arte.

Los currículos así diseñados a través del transformador prisma de este modelo, explicitan los conocimientos que los estudiantes adquieren junto a otros elementos formativos del currículo, tales como las habilidades, las actitudes y los valores.

De este modo las instituciones educativas comprometidas con el modelo centrado en el estudiante planean, organizan y ponen en marcha proyectos y servicios que complementen y apoyen a los estudiantes y a los profesores, pues se reconoce que los alumnos son la esencia de la institución y en forma muy cercana, los profesores son los otros actores principales.

Sin embargo toda institución educativa responde a las necesidades que demandan la sociedad o el grupo social particular. Es decir, las escuelas existen en tanto dan respuestas a las demandas sociales (Burbules y Torres, 2000) y además cuando establecen los objetivos que pretenden alcanzar, es más, si la misión coloca en el centro a los alumnos como su mayor preocupación y su principal objetivo, podemos decir que la institución acepta un modelo educativo centrado en el estudiante y que todas las acciones estarán encaminadas a la consecución de este fin.

Un modelo educativo en cuyo centro se ha colocado al estudiante y alrededor del cual se han colocado otros elementos igualmente importantes permite ver una imagen holística de la educación y entender mejor cómo se van construyendo los diferentes niveles que influencian el proceso de aprendizaje.

Ser estudiante es un hecho pasajero en la vida de las personas, pero al mismo tiempo perdurable: el efecto que la escuela tiene como formadora de las personas es una huella indeleble tanto en lo personal como en lo profesional.

Referencias Bibliográficas:

Lozano Rodríguez, A. & Burgos Aguilar, V. (2007) (Comp.). Tecnología educativa: en un modelo de educación a distancia centrado en la persona. Distrito Federal, México: Limusa. (Capítulos 2, 3, 4, 5 y 6)

Alanís González, M. (2010). Gestión de la introducción de la innovación tecnológica en educación. En Burgos Aguilar, V. & A. Lozano Rodríguez (Comp.). Tecnología educativa y redes de aprendizaje de colaboración. Distrito Federal, México: Trillas.

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